Israel Rojas: «hay que saber por dónde uno va cuando crea»

Confiesa que la palabra cantada lo inquieta, o lo que es igual, la palabra hecha sonido, armonía, trova. Asume cada una de sus obras con honda legitimidad, apego a sí mismo, como si fuesen expresión de sus propias ansiedades,  quebrantos, desasosiegos y quimeras. Aspira a ser entendido, aunque no busca para ello una única forma. Detesta los sentidos trillados, pero pondera la naturalidad, jamás los artificios. Se autodefine un defensor de lo auténtico, y lo ha probado con una ejemplaridad creativa llena de proposiciones agudas, suspicaces, inteligentes.

Israel Rojas Fiel, director y voz líder del popular dúo Buena Fe, comparte interesantes valoraciones sobre la creación musical cubana de hoy.

¡Pero qué gente, caballeros!

Foto: Franklin Reyes

Mi blog —o algo parecido,  si es que puede llamarse así—, del que me olvido por momentos, semanas y hasta por meses —queriendo a veces y hasta sin querer—,  para mí es un campo de experimentación, algo así como un hobby, un «tira al cable a tierra», un «haz aquí lo que quieras sin mucha lucha», un «todo cabe». Y creo que es lícito que así sea: es mi bitácora, en la que rijo yo como dueño absoluto, en la que puedo tomarme las licencias que entienda, y compartir aquello que creo mejor, entre lo que va y viene. Retomando un poco mis aproximaciones al mundo bloguero, sin considerarme por esto un hombre de blog (me siento bien admirando algunos y haciendo de este espacio modestístimo un laboratorio, mi propio laboratorio, comparto este texto que publicara hace pocas semanas en JR sobre el cubano a inicios de este 2014. Bueno, ya la foto va diciendo por sí sola. Con este artículo, y con otros que vendrán, quizás me anime y no sea este un sitio huérfano de dueño. Tremendo esto de andar «de aquí para allá», aunque todo eso a veces también hace falta.

La sangre que me cría

 

Aunque me lo propusiera al menos por un rato para ver qué dicen, para provocar a los más escépticos, yo no puedo negar que soy hijo de mi padre. Esa vieja «chivadera» de que el niño se parece mucho al vecino, al vendedor de aguacates de la esquina o al carnicero, nunca han podido emplearla conmigo.

El orgullo del bloguero

 A los blogueros cubanos,  esa suerte otra al decir

 Llegué tarde al mundo de las nuevas tecnologías como soporte para el periodismo, o lo que es igual, al ciberperiodismo, a la «cibernoticia», a la «cibercrónica», al «ciberjuicio». A toletazos, sin mucha explicación de nadie, me abrí hace ya como dos años una cuenta en Facebook; y aunque Twitter, la segunda red social más publicitada y con usuarios en Cuba, no es hoy mi asignatura más pendiente, me queda mucho por sacar y aprender de esa síntesis informativa a la que nos obligan sus no más de 140 caracteres.

Elefanticidio naranja

  Ahora sí no pasará lo mismo de hace tres años,  eso esperamos todos los villaclareños de buena fe.  Allá los que no confíen superar tiempos pasados, jajaja.

El lente de la avezada fotorreportera villaclareña Carolina Vilches  Monzón captó imágenes muy elocuentes del último choque de Villa Clara contra Cienfuegos, en el que los perlasureños acabaron derrotados y salieron del Campeonato.  Las fotos que a continuación se recogen, publicadas en el blog Claroscuros, de Carolina,  muestran cuán bien llegan los muchachos naranjas a la Gran Final de la pelota cubana…

Los hijos, los nietos, el viejo Andrés

A modo de capsulares instructivas, con el nombre de Para la vida, la televisión cubana transmitió durante varios años en uno de sus horarios estelares un breve espacio, loable por su buena factura y la intencionalidad de sus propuestas, que buscaba anclarse en casa para, desde ese escenario privilegiado, promover la autorreflexión familiar, la negociación colectiva de todos los miembros del hogar y la meditación per se del individuo.

A veces se nos hace tarde

 

A veces uno se pregunta cómo la vida puede transformarnos al tiempo de un efímero bostezo. A veces uno no es capaz de sospechar lo estrecho de esa muralla que separa las alegrías de la infelicidad humana.

Conjeturas de Jagua (+ video)

Atrapar una ciudad en esa dimensión crecida y franqueable que son su gente en plena travesía por el almanaque, transpirando la sudorosa cotidianidad en pálpitos probables, viene siempre a ser un camino ensanchado para el visitante, o para aquellos que arriban con el ánimo de conocerla mejor.

 

Sesentona, ¿quién te olvida?

De niño siempre llamaste la atención. Cuando pasaba por tu lado incitabas a una mirada diferente, un vistazo de incertidumbre ingenua, una impresión de rareza, de «no sé lo que me dicen ni lo que tú significas». Imagínate, yo guajirillo que en mis viajes esporádicos a la ciudad divisaba medio asombrado tus estructuras con apariencia de «ciudad» multifamiliar. ¿Tu nombre? Tu nombre era lo más inexplicable para mí.

Partos adorables

«Vamos, vamos, ya estamos acabando, mamá, ya va quedando poco. Pero si está casi afuera… Vamos, vamos, sigue así, no te desconcentres ni pierdas fuerza… Ahora, ahora es cuando es. Vamos, otro impulsito más. Ya estás pasando el mal rato. Ahí, ahí, Ahí… ¡Al finnnn! ¡Miren esto, caballeros!».  

Ya lo tienen en los brazos, se le siente la exaltación con que emanan los calores desde ese adentro protegido y único. Se le nota un rojizo oliente y chorreado en su minúsculo tamaño. Se le escucha su grito plañidero, asustadizo, inofensivo.